Tras los excesos carnavalescos, este año muy pegados a los de Navidad, es el momento de disfrutar de las verduras de temporada, repollos, espinacas, acelgas y coliflor. No es la primera vez que hablamos de algunas de estas verduras, casi siempre asociadas a dilemas filosóficos, como Kafka y las espinacas con nata, o la inspiración poética de las acelgas, pero esta vez nuestra propuesta es tan simple y a la vez tan rica, que no he tenido más remedio que pensar en Aristipo, zampándose esta suculenta coliflor y pensando en las bondades del hedonismo gastronómico.
Esta receta está especialmente pensada para aquellos que arrugan el morro cuando se les habla de verduras y rico sabor en una misma frase, sobretodo si es la coliflor, sabiendo el intenso aroma que desprende al cocerla. Aunque aquí vamos a hornearla, además usando una bolsa de asar, como le gustaba a los antiguos griegos.
Ingredientes
- 1 coliflor de 1 kg aproximadamente.
- 200 gramos de frutos secos crudos variados (nueces, anacardos, almendras, pasas, etc)
- 10 cl de aceite de oliva virgen extra
- 1 cucharadita de pimentón
- 15 cl de vinagre de vino
- sal
Elaboración
Ponemos un poco de aceite en la sartén y rehogamos los frutos secos, con el objetivo de extraerles más sabor.
Una vez rehogados ponemos el pimentón, teniendo cuidado de retirarlo pronto del fuego para evitar que se queme, y lo mezclamos todo.
Trituramos los frutos secos sin hacerlos harina, buscando que queden trocitos, para dar textura al plato. Seguidamente los mezclamos con el aceite sobrante y el vinagre.
Lavamos la coliflor y le desprendemos los arbolitos.
Mezclamos en una bolsa de asar la salsa con la coliflor, ¡atención! esto es una alternativa, podemos directamente ponerla en un recipiente, mezclarla y llevarla al horno.
Precalentamos el horno a 200 ºC, y metemos la coliflor sobre 15 minutos, con esto la textura de la verdura es un poquito crujiente, que es como me gusta a mi, pero si nos apetece más blandita la dejamos sobre los 20 minutos.
Os puedo asegurar que es muy sabrosa y apetecible para niños, o aquellos que no les suele gustar la verdura y que al probar esta alternativa cambian de opinión, toda una experiencia hedonista como de las que disfrutaba el gran Aristipo.